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Yoyito al poder

Enrique Vargas Peña 

18 de mayo de 2001

         El obispo católico Mario Melanio Medina, el diputado liberal Waldemar Zárate y sectores del coloradismo están reclamando la renuncia del vicepresidente Julio César Franco (Yoyito) para facilitar la destitución del presidente Luis Ángel González Macchi.

         Quienes piensan de ese modo nada aprendieron de los últimos ocho o nueve años de política paraguaya, por lo que insisten en recetas que solamente profundizan la crisis.

         El problema del Paraguay no es un asunto de personas o de partidos. Es una cuestión de sistema. Lo primero que debemos hacer los paraguayos, al menos si deseamos salir del pozo hondo en que nos encontramos, es dejar que el sistema democrático funcione.

         Eso exige recuperar la legitimidad y ello solamente ocurrirá cuando una persona elegida por el pueblo asuma la presidencia de la República.

         Ese persona es Yoyito Franco y la excusa de que es liberal que se esgrime como impedimento para que llegue al cargo que el pueblo le ha dado es solamente eso, una excusa.

         Es cruel, y estúpida, la gente que prefiere seguir imponiendo al país los desastres que genera el desgobierno de González Macchi con el pretexto de impedir que un liberal llegue a la presidencia de la República.

         No solamente es terrible desde el punto de vista humano, sino que es una auténtica traición a la patria que una persona sea mantenida en el gobierno por meras razones de preferencia partidaria.

         A fin de cuentas, el vicepresidente Franco fue elegido con más de ciento cincuenta mil votos colorados.

         Es cierto que el vicepresidente Franco no ha sido fiel con los que ayudaron a elegirlo y que la estrategia que ha seguido desde que fue elegido no ha aportado ninguna solución al país, sino que se hizo parte del problema.

         Pero eso no modifica la cuestión básica a resolver en el Paraguay: es absolutamente necesario que la República vuelva a ser gobernada por gente elegida por el pueblo paraguayo y no por títeres de Brasil y Estados Unidos.

         Es que no queda nadie con sentido de patria en la clase política?

         González Macchi debe ser destituido de la presidencia de la República en primer lugar porque no tiene derecho alguno a estar allí; en segundo lugar porque su gobierno es el más corrupto de la historia reciente del país y en tercer lugar porque es un incompetente.      

         Debe ser destituido para que los paraguayos recuperemos un resto de dignidad y debe serlo al margen de consideraciones sectoriales pues es evidente que su acción perjudica a todos, incluso a los colorados que, si no acompañan el pedido de destitución, deberán cargar con la responsabilidad de haber sostenido al peor gobierno que haya sufrido este país.

         Que el vicepresidente Franco nos guste o no nos guste es otro asunto, como lo es la cuestión de si gobernará bien o no, porque lo que se resuelve con la destitución incondicional de González Macchi es previo, el derecho de los paraguayos a autogobernarnos.

         Si no recuperamos ese derecho, todos nuestros problemas, desde la política económica hasta los salarios; desde los planes educativos hasta el abastecimiento de los hospitales se resolverán en Brasilia o en Washington de acuerdo a sus prioridades y a las de los pocos traidores que aquí sacan provecho de robarle al pueblo paraguayo.

    

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