Desde
hace unas semanas el precio en guaraníes del dólar está subiendo
porque quieren situarlo alrededor de los cuatro mil guaraníes por
unidad.
Aunque se ha repetido hasta el hartazgo lo que esto
significa, es bueno insistir sobre la grave responsabilidad que
asumen los autores de esta depreciación del guaraní.
El dólar sube, o el guaraní baja, porque hay más guaraníes
que antes para cubrir un Producto Interno Bruto igual o menor que
antes. No hay otra razón y las explicaciones deliberadamente
confusas que ensaya Washington Ashwell sobre el tema sólo buscan
ocultar la verdad.
El régimen que encabeza
el senador Luis Ángel González Macchi está emitiendo cantidad de
guaraníes sin el respaldo de una cantidad proporcional de bienes y
servicios. El dólar, sencillamente, refleja más rápido que otras
mercancías, el deterioro del guaraní.
¿Por qué emite el régimen guaraníes sin respaldo?
Esencialmente por dos razones: para pagar los crecientes
gastos que el sector público realiza sin considerar sus ingresos
reales y para beneficiar a algunos, pocos, exportadores.
Al pagar esos gastos arbitrarios con emisión monetaria el régimen
está, simplemente, cobrando a todos los habitantes del Paraguay que
ganan en guaraníes un impuesto que no ha sido aprobado por el
pueblo.
El
valor de ese impuesto que el régimen cobra sin permiso
constitucional es altísimo: si el dólar se sitúa cerca de los
cuatro mil guaraníes, cada paraguayo estará pagando al sector público
entre doce y quince guaraníes (al valor que tenía en
octubre/noviembre) por cada cien que reciba.
Es
decir, cada paraguayo que gana en guaraníes tendrá menos poder
adquisitivo para sus gastos porque Luis Ángel González Macchi,
Juan Roque Galeano, Cándido Vera Bejarano y Washington Ashwell
resolvieron meterle la mano en el bolsillo y sacarle la plata para
mantener clientelas y privilegios.
Menos
poder adquisitivo para la leche, para libros, para remedios, menos
para la diversión, para que los dirigentes del Estado puedan
solventar sus dispendios. Se empobrece a los paraguayos para que los
funcionarios y los contratistas públicos se enriquezcan.
Al
mismo tiempo, con la devaluación del guaraní, los exportadores
cargan sobre los asalariados que trabajan para ellos los costos de
su propia incompetencia: los trabajadores deben ganar menos para que
ellos puedan mantener sus márgenes de ganancia.
Y
ante este robo desvergonzado que afecta a todos, los sindicatos, las
iglesias y los partidos políticos guardan silencio, porque son cómplices
de la destrucción del nivel de vida de los paraguayos.
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