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La suerte de los oligarcas

Enrique Vargas Peña

El sector terrateniente de la oligarquía paraguaya está poniendo el grito al cielo en razón de las invasiones de tierra que afectan a muchos de sus miembros, motorizadas, según ha dicho el señor Felino Amarilla, por el propio ministro del Interior, Walter Bower.

Parece que los señores oligarcas creen que el pueblo paraguayo es idiota y que olvidará fácilmente que los que apoyaron el golpe militar del 28 de marzo de 1998 que destruyó los restos de Estado de Derecho en el Paraguay fueron ellos.

Cuando apoyaron el derrocamiento del gobierno constitucional, usurpando el derecho del pueblo paraguayo a elegir a sus gobernantes, los oligarcas debieron haber pensado en las consecuencias de sus actos: la destrucción del orden constitucional no es gratuita.

Creyeron ser astutos al admitir la sumisión política de la administración judicial y la violación de la Constitución y las leyes con el fin de asegurar su poder y, sobre todo, su riqueza.

Con el golpe del 28 de marzo llegaron al poder "los perros", a los que se puede tutear, con los que se juega fútbol en el Centenario o se va al sauna, a los que se ve en los restaurantes de moda *.

Compañeros de colegio, de facultad, de farra, de clase.

Ya vislumbraban contratos como el que ahora aparece denunciado en ABC Color (Hospital Militar), devaluaciones para subsidiar sus exportaciones, exenciones aduaneras, etc., etc., con los que sería asegurado el nivel de vida sin la molestosa fiscalización electoral del explotado pueblo paraguayo.

Pero, sorpresa, las cosas no están funcionando como los oligarcas esperaban.

Ahora están llorando por la suerte que corren, reclamando más de lo que se les viene encima, haciendo gala de la suprema ignorancia que les caracteriza.

Los oligarcas no sabían, por supuesto, lo que es un proceso político determinado en marcha. ¿Cómo podrían saberlo, si lo único que saben es lo que hizo Tinelli ** en su programa de ayer?

Iguales a los cavernarios del futuro que Anatole France describe en "El Jardín de Epicuro", mirando a un sol cárdeno sin entender que les da la luz, buscando calor en la nieve que les hace tiritar, los oligarcas paraguayos ven sus tierras invadidas, sus contratos denunciados, sus ventas disminuidas y sus derechos, también los suyos, reducidos a polvo por aquellos que ayudaron festivamente a llegar al poder y, sin embargo, piden más poder para el régimen y menos elecciones.

Clase despreciable la oligarquía paraguaya, injusta, inepta e irremediablemente estúpida.

El destino que forjaron les está alcanzando, la suerte que sufren es la que ellos mismos construyeron, asado tras asado, viendo qué hacer para ganar sin trabajar y seguir viviendo como un mal e inconsciente remedo de los antiguos hidalgos españoles.

Terminarán como ellos, muy convencidos de su abolengo, pero pidiendo limosnas a quienes ayudaron a asaltar al Paraguay.

 

* "Los perros", modismo paraguayo para describir al grupo de amigos más cercanos. "Centenario", el club social más exclusivo del Paraguay.

** Marcelo Tinelli, conductor argentino del programa televisivo "VideoMatch", suma de la frivolidad, la superficialidad, la banalidad y el mal gusto del Cono Sur americano.