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Nuevos signos

Enrique Vargas Peña

17 de mayo de 2000

 

Algunas personalidades paradigmáticas de la oligarquía paraguaya, como Milda Rivarola, historiadora oficial del régimen, y Pedro Fadul, su modelo empresarial, se presentaron durante las fechas patrias (14 y 15 de mayo) a la plaza del Congreso, lugar en el que efectuaron una parodia de funeral para sus adversarios políticos, cuyos nombres fueron inscriptos en cruces con la leyenda QEPD (Que en Paz Descanse).

         El acto contó con la participación de las dos organizaciones más radicales del régimen, “Memoria Viva” y “Foro Ciudadano”.

         Lo primero que cabe señalar de este acto es su notorio mal gusto, manifiesto no en la amenaza implícita en la parodia, sino en el ridículo de Pedro Fadul, líder de los empresarios cristianos del Paraguay, un hombre supuestamente serio, jugando a clavar alfileres en muñecas de trapo.

         De Milda Rivarola, sin embargo, no se podía esperar otra cosa.

         Lo segundo es que estos sectores radicales del régimen están repitiendo, con agravantes, la conducta que criticaban al oviedismo, actuación por la que metieron en la cárcel, donde los mantienen, a numerosos exponentes del grupo liderado por el general Lino Oviedo.

         El agravante es que estos grupos del régimen dijeron siempre que este tipo de lenguaje terminaba en la violencia.

         La coalición de marzo, desde luego, se ha caracterizado siempre por exaltar la arbitrariedad pura y simple como regla que usa para relacionarse con el Paraguay: ella hace lo que quiere, desde llamar al golpe militar (Mina Feliciángeli) hasta justificar la tortura (Alfredo Boccia) sin perjuicio de acusar de hacer lo mismo a quienes están en la vereda de enfrente.

         Lo tercero es que esto, la arbitrariedad en el relacionamiento entre el poder y la sociedad, más el modelo corporativo por el que trabajan Fadul y Rivarola, más el ideario expreso del régimen con respecto a la participación popular en el gobierno, configuran un cuadro que es harto conocido en el Paraguay: el del fascismo instaurado en 1936, consolidado en 1940 y alimentado desde siempre por la Iglesia Católica y Estados Unidos.

         La tradicional alianza católico-norteamericana en América Latina, la que sirvió tan bien a los Somoza, a los Trujillo, a los militares brasileños, a los argentinos y, en general, a todos los sangrientos remedos de democracia que han sufrido los pueblos de América infaustos para provecho de los potentados locales tanto como de algunos expoliadores extranjeros, está plenamente operativa en Paraguay.

                El acto que Milda Rivarola y Pedro Fadul protagonizaron en la plaza es un nuevo signo, uno más, acerca de la naturaleza de la coalición de marzo, que vale más que mil discursos para mostrar el modelo de sociedad que se está construyendo en el Paraguay.

 

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