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Calendario electoral

Enrique Vargas Peña

15 de setiembre de 2000

          

Fue presentado en el Congreso un proyecto por el que se quiere unificar las elecciones municipales y nacionales en un solo acto electoral y, consecuentemente, prorrogar por dos años los mandatos de los actuales mandatarios municipales.

         El proyecto, impulsado por numerosos municipios, cuenta con la simpatía de las fuerzas dominantes de la sociedad, cansadas de la intensa actividad política que ha vivido el país en los últimos años.

         El argumento en el que se basa el proyecto es que la República necesita una especie de tregua política que le permita dedicarse a producir con tranquilidad.

         Por supuesto, el argumento es falaz y el cansancio es más bien desilusión.

         Los impulsores y simpatizantes de este proyecto de unificación de elecciones parecen no comprender de qué se trata este asunto de la democracia.

         La democracia no solamente es el sistema que permite al pueblo elegir a los gobernantes, sino el que permite que el pueblo los controle para que trabajen en su beneficio: “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.

         El desdoblamiento de elecciones es el que permite el control popular sobre el desempeño de los mandatarios. No hay mejor manera de controlar democráticamente a un gobierno que sometiéndolo al escrutinio del electorado.

         El Paraguay cuenta con una versión muy restringida de ese mecanismo de control y es el desdoblamiento de las elecciones en nacionales y municipales. Este sistema no es ideal, pues habría que desdoblar también las elecciones legislativas y establecer la revocatoria de los mandatos, pero es el que existe.

         Las elecciones municipales funcionan, aquí, como elecciones de medio término, básicas en cualquier democracia para marcar el rumbo a los mandatarios del pueblo.

         La unificación de elecciones eliminará incluso esa forma restringida de control popular sobre el gobierno, dejando a los mandatarios cinco años de licencia absoluta para hacer, sin temor a ser molestados por el voto castigo, lo que les de la gana.

         La falta de un control popular mayor es lo que ha permitido a los políticos paraguayos hacer este desastre en el que estamos metidos, desastre que cansa, con razón a las fuerzas dominantes de la sociedad.

         La agotadora inestabilidad política que existe se debe, precisamente, a que nuestros políticos, exentos de control electoral, han hecho todo lo que podían hacer para desconocer la voluntad popular y no jugar limpiamente el juego democrático. 

         Las fuerzas dominantes de la sociedad fallan en identificar la fuente del mal, que no es la costumbre de votar, sino la falta de oportunidades para hacerlo, que da a los malos políticos que sufrimos la chance de torcer todo lo que está recto. 

 

 

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