Algunos
reputados analistas están realizando sesudas reflexiones
públicas para explicar que es necesario aplicar el "Plan
Zayas" u otras medidas
parecidas para rescatar al gobierno de la catástrofe
financiera en que se encuentra.
Quieren hacer creer que los paraguayos debemos aguantarnos los
sacrificios que el arreglo del déficit nos impondrá y que no debemos
considerar antes la razón por la que las cuentas públicas se
encuentran en el estado lamentable en que están.
¿Por qué el gobierno se encuentra tan apremiado por obtener
recursos?
Porque desde marzo de 1999 viene desarrollando una sola política:
favorecer con fondos del pueblo a sus amigos y aliados.
El gobierno ha reducido drásticamente los gastos en
infraestructura, educación y salud y, sin embargo, el déficit público
se ha disparado. ¿Por qué? Porque el dinero se ha usado en pagar
jugosos contratos o salarios para los muchachos, que así han podido
terminar sus casas, saldar sus deudas y adquirir, cómo no, la soñada
Hilux 4x4 con la que se sienten autorizados a violar al mundo.
Esto es fácilmente comprobable: basta una lectura del próximo
presupuesto general de gastos solicitado por el gobierno para verlo o
un repaso del vigente.
Ahora han sacado a la calle a los sabuesos del ministerio de
Hacienda para buscar de dónde obtener más dinero, han aumentado
tarifas, elevado aranceles, desean aumentar los impuestos, todo para
que los amigos del gobierno puedan seguir yendo a veranear en Punta
del Este, como corresponde
a buenos compañeros.
El gobierno tiene, todavía, la desfachatez de pretender hacer
creer a la ciudadanía que pagarle esa buena vida que lleva es un acto
de patriotismo, cuando lo cierto es que no ha habido patriotismo
alguno en la forma de gastar.
Sin embargo, el sacrificio que el remedio de la situación
impondrá a la ciudadanía exige una mínima contrapartida de moral en
el gobierno, contrapartida que la administración y los aliados de
Luis Ángel González Macchi no parecen capaces de prestar.
Ese es el factor que falta en los análisis de los expertos. La
moral pública. Para ellos se trata solamente de cerrar las cuentas,
como si la gente fuera un bolsillo sin fondo del que pueden extraer
indefinidamente los billetes que necesitan para seguir gastando.
Pero las cuentas no podrán ser equilibradas sin que remediemos
en el país
la quiebra moral en que nos encontramos, sin que la gente vea que su
sacrificio se usa para su beneficio y no para terminar el quincho de
lujo de
algún
contratista o funcionario público.
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