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Déficit e inmoralidad

Enrique Vargas Peña

13 de noviembre de 2000

   

Algunos reputados analistas están realizando sesudas reflexiones  públicas para explicar que es necesario aplicar el "Plan Zayas" u otras medidas  parecidas para rescatar al gobierno de la catástrofe financiera en que se encuentra.

        Quieren hacer creer que los paraguayos debemos aguantarnos los sacrificios que el arreglo del déficit nos impondrá y que no debemos considerar antes la razón por la que las cuentas públicas se encuentran en el estado lamentable en que están.

        ¿Por qué el gobierno se encuentra tan apremiado por obtener recursos?

        Porque desde marzo de 1999 viene desarrollando una sola política: favorecer con fondos del pueblo a sus amigos y aliados.

        El gobierno ha reducido drásticamente los gastos en infraestructura, educación y salud y, sin embargo, el déficit público se ha disparado. ¿Por qué? Porque el dinero se ha usado en pagar jugosos contratos o salarios para los muchachos, que así han podido terminar sus casas, saldar sus deudas y adquirir, cómo no, la soñada Hilux 4x4 con la que se sienten autorizados a violar al mundo.

        Esto es fácilmente comprobable: basta una lectura del próximo presupuesto general de gastos solicitado por el gobierno para verlo o un repaso del vigente.

        Ahora han sacado a la calle a los sabuesos del ministerio de Hacienda para buscar de dónde obtener más dinero, han aumentado tarifas, elevado aranceles, desean aumentar los impuestos, todo para que los amigos del gobierno puedan seguir yendo a veranear en Punta del Este, como corresponde a buenos compañeros.

        El gobierno tiene, todavía, la desfachatez de pretender hacer creer a la ciudadanía que pagarle esa buena vida que lleva es un acto de patriotismo, cuando lo cierto es que no ha habido patriotismo alguno en la forma de gastar.

        Sin embargo, el sacrificio que el remedio de la situación impondrá a la ciudadanía exige una mínima contrapartida de moral en el gobierno, contrapartida que la administración y los aliados de Luis Ángel González Macchi no parecen capaces de prestar.

        Ese es el factor que falta en los análisis de los expertos. La moral pública. Para ellos se trata solamente de cerrar las cuentas, como si la gente fuera un bolsillo sin fondo del que pueden extraer indefinidamente los billetes que necesitan para seguir gastando.

        Pero las cuentas no podrán ser equilibradas sin que remediemos en el país la quiebra moral en que nos encontramos, sin que la gente vea que su sacrificio se usa para su beneficio y no para terminar el quincho de lujo de algún contratista o funcionario público.

   

   

 

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