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Dengue e influenza

Enrique Vargas Peña

13 de abril de 2000

 

El siguiente comentario no hace referencia al problema propiamente médico de las epidemias de dengue e influenza que ahora sufre la población paraguaya, sino al problema político del que resultan.

El dengue era una enfermedad endémica en el Paraguay y el clima favorece la aparición periódica de males como la influenza, que dicen que es una especie grave de gripe.

Ha sido siempre muy difícil hacer desaparecer estas plagas del Paraguay pero ha sido siempre función del gobierno mantenerlas dentro de unos límites relativamente soportables.

De hecho, uno de los logros innegables del régimen autoritario derrocado en 1989 fue relegar estos problemas a sus mínimos históricos, presumiblemente debido a que los recursos necesarios para hacerlo fueron efectivamente invertidos en el área.

¿Por qué resurgen el dengue o la influenza como problemas crónicos de este país?

Resurgen porque, independientemente de problemas cíclicos que eventualmente pudieran incidir en su reaparición, los recursos destinados a mantener la salubridad pública han disminuido o han sido mal administrados.

Las cosas no suceden por accidente. Acontecen porque existen condiciones para que ocurran.

Las condiciones del Paraguay de hoy se resumen en una grave mala administración de los recursos públicos, simbolizada por los relativamente enormes montos de dinero del pueblo que se han destinado a pagar las cuentas dejadas por unos cuantos "financistas" sinvergüenzas amigos del poder en el curso de la interminable crisis financiera que afecta al país desde abril de 1995, que bien hubieran podido usarse en mantener los niveles de calidad de salud pública preexistentes.

La decisión de usar esos recursos en rescatar a los amigos del poder, que en el momento en que fue tomada fue justificada por personas supuestamente reponsables, como Gonzalo Quintana o Armando Espínola por citar dos casos que se pretenden encubrir, fue política y se debió al compromiso de quienes tomaron dicha decisión con Juan Carlos Wasmosy.

Sin embargo, también cabe decir que el ministerio de Salud Pública y Bienestar Social ha sido rebasado por los hechos y eso muestra un cierto nivel de ineficiencia en la administración del aérea por parte de quienes se encargan de ella desde marzo de 1999.

Si ese cierto nivel de ineficiencia se encuadra en el marco de las numerosas denuncias de corrupción y arbitrariedad que jalonan la actuación del ministro Martín Chiola, se tiene que existen razones políticas no solamente en la asignación de recursos, sino en la gestión de los mismos.

Lamentablemente, al haber sido destruidos los mecanismos de corrección democráticos de problemas como los señalados, las posibilidades del país no son alentadoras, antes bien cabe pensar que la población paraguaya irá sufriendo cada vez mayores males en el camino al pasado por el que la lleva la podrida oligarquía nacional.