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La extorsión por el dogma

Enrique Vargas Peña

11 de diciembre de 2000

        "Si Uds. siguen publicando esto, entonces se perderá la imagen de independencia que tienen y ya no lograrán atraer a los anunciantes". Ese es, palabras más, palabras menos, el tono del discurso que dejan conocer, como quien no quiere la cosa, a los medios de comunicación no oficialistas del Paraguay.

        A raíz de las publicaciones que realizan los diarios La Nación y ABC Color sobre el tema de la matanza de la plaza del Congreso, ocurrida el 26 de marzo de 1999, el clima de intolerancia de aquellos días ha renacido con fuerza en el Paraguay.

        Es un clima que quienes no tienen noticia de lo que es el totalitarismo no pueden comprender cabalmente: la intolerancia devenida oficial en marzo de 1999 es semejante a la que caracteriza a los regímenes totalitarios, abarca todos los aspectos de la vida, engloba todos los campos de actividad, pretende enmarcar  cada acción, cada pensamiento, cada visión acerca de cada detalle de la existencia.

        Es una intolerancia militante, que no admite indiferencias, que exige compromiso completo de todos en todo y que predispone a castigar cualquier atisbo de independencia, de duda, de soltura.

        Ella se solaza en la uniformidad absoluta, en el conformismo incondicional.

        El hecho de que subsistan en Paraguay formas diversas de expresión social que contribuyen a la generación de una falsa imagen de pluralismo no implica que no haya intolerancia. Significa solamente que esas expresiones están admitidas en la norma únicamente en tanto se consideren formas de alienación.

        Cosa semejante puede señalarse con respecto a la agria disputa entre diversos sectores del poder. Quienes confundan esa lucha con la libertad o la tolerancia no tienen más que releer la historia del cristianismo, durante la que aparecieron diversas tendencias, todas intolerantes entre sí y todas de acuerdo en la intolerancia frente a terceros.

        Ocurre que lo que están publicando los diarios La Nación y ABC afecta a un dogma de fe del Paraguay de Marzo, el que sostiene que el oviedismo es Satán y que el antioviedismo es Jehová.

        Las publicaciones están dejando en claro que, a pesar de la historia oficial, del dogma, y a pesar de los defectos de forma que pudieran tener ellas, en marzo de 1999 se produjo, en la plaza del Congreso, un enfrentamiento entre dos bandos armados y que los documentos que se tuvieron en cuenta en el juicio abierto a raíz de los hechos no son todos los que estaban a disposición de los magistrados que eligieron discrecionalmente algunos, de mérito menor.

        El dogma se ve, pues, muy comprometido y como con la fe de los poderosos no se juega, estos han fulminado ya el anatema que condena a dichas publicaciones, a sus medios, autores, cómplices y encubridores a sufrir la asfixia económica, el aislamiento social y la repulsa intelectual.

  

   

    

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