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Reforma militar

Enrique Vargas Peña

11 de octubre de 2000

          

         La comisión de Defensa de la Cámara de Diputados, presidida por el colorado Luis Becker, ha resuelto convocar al ministro de Defensa Nacional, almirante (sr) Ramón Ocampos Alfaro a fin de reaunudar, después de un año, la discusión sobre la ley de Reorganización Militar.

        Aunque se incluirán en la agenda varios asuntos importantes, tales como la inclusión o no del ministro de Defensa en la cadena de mando de las Fuerzas Armadas o la distribución física de los cuarteles en el territorio nacional, el tema que más importa a la sociedad es, sin duda, el del reclutamiento forzoso de menores de edad.

        Las Fuerzas Armadas del Paraguay siguen reclutando a menores de edad y cada tanto deben enfrentar el escándalo de la muerte de uno de esos niños en extrañas circunstancias.

        La razón por la que una institución dedicada a la defensa nacional hace eso es, sencillamente, la inexistencia de una política seria de seguridad externa. Un país no se defiende con niños.

        Sin embargo, el reclutamiento de niños ha sido mantenido en el Paraguay debido a que las Fuerzas Armadas están dedicadas, al menos desde 1947, a cumplir el papel de fuerza de ocupación o fuerza policial, antes que a atender los asuntos de seguridad nacional y, por tanto, no requieren de una selección rigurosa de su personal.

        El periodo autoritario sirvió también para convertir a las Fuerzas Armadas en un conjunto de satrapías, en las que cada jefe se considera con derecho a disponer de servidumbre gratuita, proporcionada por estos niños que no pueden portar un fusil, pero si, ciertamente, escobas y rastrillos.

        El Congreso, que debió intervenir para poner fin a esta cuestión desde hace mucho tiempo, no lo hizo porque prefirió flirtear con el principal poder fáctico del país antes que servir a sus mandantes.

        Ahora, se abre una nueva oportunidad para enderezar el rumbo, impulsada por más muertes de niños en servicio de las que había que lamentar hace un año, pero contenida por el mismo oportunismo político que postergó tantas veces tomar una decisión saludable.    

 

 

   

 

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