Se
publica en ABC Color que cada paraguayo que nace debe ya algo así
como un millón seiscientos mil guaraníes (al cambio actual, unos
cuatrocientos cincuenta dólares americanos).
No parece demasiado para una persona que viva en cualquier país
del primer mundo. Pero es mucho para un país con una renta per cápita
de mil seiscientos dólares anuales.
Y es mucho más cuando se piensa en qué
se están gastando los prestamos contratados en nombre de cada uno
de esos paraguayos por un gobierno que no fue elegido por ellos.
El nivel de endeudamiento de este gobierno no elegido que
sufre la República ha subido sin solución de continuidad, así
como ha subido el déficit fiscal, que según informes de prensa
tiene un incremento de dos mil por ciento con respecto al existente
en el anterior ejercicio presupuestario.
Se puede resumir muy sencillamente la causa de estos gastos:
el gobierno no elegido del Paraguay está dilapidando recursos que
no tiene, endeudando a las futuras generaciones, para pagar a la
clientela de privilegiados que le sirve de sustento político.
La lista de beneficiarios que viven bien ahora a costa de
hacer vivir mal al resto de los paraguayos que viven hoy y a los que
están por nacer, no es demasiado grande: los banqueros amigos de
Wasmosy que lograron que el Estado cubra sus obras de ingeniería
financiera como las llamaban entonces; los empresarios que
ahora serán rescatados con fondos públicos; los contratistas del
Estado que realizan obras que se les otorga en un marco muy
discutido.
Son los miembros de la oligarquía, los que llenan los
aviones de los viernes con rumbo a Buenos Aires y vuelven a llenar
los de los lunes a la mañana desde aquella ciudad para retornar al
país que los hace ricos con tan poco esfuerzo.
Son
los que viven felices como Euclides Acevedo y Caballero Vargas, lo
que fue señalado al primero por Carlos Filizzola, quien después de
un año y medio se ha dado cuenta, por fin, de la clase de gente con
la que estuvo aliado.
Pero
más vale tarde que nunca.
El endeudamiento que la dictadura que preside el senador Luis Ángel
González Macchi está imponiendo a los paraguayos paga esa
felicidad para unos pocos que todavía tienen la temeridad de
arrojarnos su bienestar a la cara preguntándonos de cuando en
cuando de qué crisis es que hablamos nosotros.
|