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Harty y Powell

Enrique Vargas Peña 

09 de mayo de 2001

        Según la prensa oficialista paraguaya, la ex embajadora de Estados Unidos en nuestro país, Maura Harty, ha sido nombrada como una especie de jefe de gabinete del secretario de Estado de Estados Unidos, Collin Powell.

        Para quienes abrigaban todavía alguna ilusión acerca de la manera en que se maneja la política norteamericana, el nombramiento de Harty es una especie de baldazo de cubos filosos de hielo.

        La señora Harty cumplió e Paraguay a rajatabla, y de manera completamente exitosa, la misión que le fue encomendada por sus superiores y por esa razón ha sido promovida en el Departamento de Estado.

        Lo que este nombramiento confirma es lo que desde hace mucho tiempo vienen denunciando todas las víctimas de la política exterior norteamericana: que la acción externa de Estados Unidos se realiza al margen de consideraciones morales; que la realizan funcionarios sin escrúpulos y que es completamente contraria a las ideas que rigen dentro de ese país.

        El nombramiento de Harty debe enseñar a quienes esperan de Estados Unidos el tipo de liderazgo moral que ese país dice tener, que no cabe buscar en el gobierno norteamericano más que una cruda “realpolitik” en la que la democracia es solamente una pantalla con la que disfraza a quienes le sirven.

        No es accidente que los norteamericanos hayan mantenido a las más sórdidas dictaduras del continente disfrazadas, todas, bajo fachadas más o menos democráticas, ni que hasta hace muy poco hayan avalado sin el menor reparo al régimen de Alberto Fujimori en Perú.

        Esa es la razón por la que las fuerzas democráticas paraguayas deben entender que la libertad del Paraguay no puede depender del favor de la embajada norteamericana, sino que debe ser resultado de la fuerza que la propia nación paraguaya sea capaz de invertir en el esfuerzo de conquistar y asegurar su autogobierno.

 

    

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