Para
qué se funda el Estado? Para qué se crea el Municipio?
El
Estado o el Municipio se establecen para brindar servicios a las
personas que contribuyen a sostenerlos.
En
líneas generales, los estados se fundan para garantizar la defensa común
y para asegurar un mínimo de condiciones para enriquecerse
ordenadamente.
¿Pero
qué ocurre cuando, por razones de política partidista, el Estado es
convertido en una agencia de empleos para los leales o en una cámara de
oportunidades de negocios para los amigos?
Sucede
que las contribuciones que realizan las personas se destinan en cantidad
cada vez mayor a pagar los sueldos de los leales y los beneficios de los
amigos y en cantidad cada vez menor a prestar los servicios para los
cuales fue fundado el Estado y que son lo único que, en realidad,
justifica su existencia.
Por
ese camino se llega a lo que ahora hay aquí en Paraguay: un Estado que
no provee buenos servicios y que usa la mayor parte de los recursos que
los paraguayos le entregan en pagarse su burocracia a sí mismo.
Cierran
el Hospital de Clínicas, pero pagan millones a secretarias cuyo único
mérito es haberse acostado con algún sátrapa del poder.
Para
el contribuyente de a pie, que paga sus impuestos al comprar una Coca
Cola o un pasaje, que cuestan más porque incluyen esas cargas, y que
los paga también mediante la inflación, con la cual el gobierno le
saca a los salarios un porcentaje que se estima en 10% para el 2001,
para ese contribuyente sería mejor, muchas veces, no tener simplemente
Estado que mantener.
En
qué se ha convertido el Estado paraguayo?
En
una caja de beneficencia de la que viven más de cien mil personas que
no aportan mejorías al resto de los cinco millones de paraguayos, antes
bien le causan problemas.
En
teoría los paraguayos deberían pagar los sueldos de estos funcionarios
a cambio de recibir prestaciones, pero eso no sucede. Las cosas están
tan erradas que lo contrario es lo que ocurre: el funcionariado cree que
toda la sociedad está
obligada a solventarlo y abona esa creencia, profundamente autoritaria,
con el poder coercitivo que esa misma sociedad le ha otorgado.
Mientras
esto siga así, las cosas irán empeorando, más rápido o más
despacio, pero sin tregua hasta que, al final, en el Paraguay haya
solamente un Estado omnipotente muriendo de hambre sobre una sociedad exánime
y raquítica a la que habrá, para entonces, extraído toda la
vitalidad.
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