El
Senado de la República ha dado un paso ejemplar para establecer algún
tipo de responsabilidad en la administración del dinero del pueblo,
al modificar drásticamente el proyecto de presupuesto general de
gastos de 2001 que le fuera remitido por la Cámara de Diputados.
El manual de procedimientos legislativos indica que ahora e proyecto
modificado por el Senado debe retornar a Diputados para que los
miembros de esa Cámara se pronuncien sobre los cambios
introducidos.
Es allí, en esa parte del proceso legal, donde se verá el
verdadero compromiso de los grupos políticos con representación
parlamentaria, pues
puede muy bien ocurrir que la Cámara de Diputados ponga en
evidencia que lo ocurrido en el Senado no fue más que un paso
"pour la gallerie" de algunos
de los más influyentes miembros de la "clase política"
que toman asiento en
la Cámara Alta.
Si los Diputados no aceptan las modificaciones que los
Senadores introdujeron al presupuesto, será evidente que las
fuerzas políticas que dominan el Congreso (argañismo, liberalismo
radical auténtico y encuentrismo) carecen de la voluntad política
necesaria para llevar adelante las reformas que el país exige.
El Paraguay es un país dominado por sus partidos políticos,
que controlan todos los resortes del poder. Los grupos políticos
que tienen hegemonía en una Cámara del Congreso, la tienen también
en la otra, y en el Poder Ejecutivo y el el Poder Judicial, por lo
que una ratificación de los Diputados implica una decisión política
muy clara.
La posición del Senado es, en sí misma, muy buena, pero
quienes se han apresurado a elogiarla como el retorno a la sensatez
administrativa parecen haber olvidado cómo funciona el sistema político
paraguayo.
No debería ser pasado por alto el hecho de que el Senado es
una de las instituciones más desprestigiadas del esquema
institucional, no solamente debido a la calidad de sus miembros,
sino a los procedimientos que su actual mayoría ha seguido para
llegar a serlo. En este momento hay cinco senadores presos y uno al
que no se permite jurar.
Siendo eso así, no sería extraño que las fuerzas políticas
responsables de
lo existente hayan resuelto tratar de limpiar un poco la imagen
senatorial con un gesto, como el del presupuesto, que saben que no
tendrá consecuencias
sin el permiso de la Cámara de Diputados.
Nada hay que celebrar, en consecuencia, hasta que ese permiso
se produzca.
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