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Deterioro general

Enrique Vargas Peña

05 de julio de 2000

          

          Según informaciones que dan a conocer los medios de prensa, el gobierno se encuentra en la posición de verse obligado a suspender, postergar o directamente anular las erogaciones que el mantenimiento de la infraestructura nacional exige.

         De confirmarse estas versiones, se estaría ante una aceleración en el proceso de haitianización que sufre el país desde que, el 27 de diciembre de 1992, Juan Carlos Wasmosy conquistó protagonismo en la vida nacional.

         Haití es un país que sufre un atraso crónico, pobreza endémica e incapacidad estructural para superar los problemas que arrastra. Esto se manifiesta no solamente en la patética inestabilidad que padece, sino principalmente, en la vida diaria, con escasa oferta de bienes malos y caros, servicios muy restringidos, prestaciones estatales en situación lamentable (pésimas rutas y comunicaciones, paupérrimas educación y salud, falta de justicia, gran impunidad).

         La situación haitiana no cambia a pesar de las intervenciones directas de potencias extranjeras, incluida la presencia de tropas. Y el no cambio significa un retraso relativo progresivo.

         Cuando se destruyen las normas legales para resolver de manera civilizada la administración del gobierno y cuando la administración surgida de ese modo resuelve dilapidar sin control los recursos públicos, destinándolos a rescatar a los amigos de quienes realizaron aquella destrucción en vez de invertirlos en servir a la sociedad que los aporta, se penetra en la vía haitiana.

         Eso es lo que sucede desde la señalada fecha, pero como la dinámica desatada se fue agravando, llegando al clímax el 28 de marzo de 1999, con el derrocamiento del gobierno constitucional y su reemplazo indisimulado por el régimen oligárquico puro y duro que ahora sufre el país.

         La confesión del régimen de que se verá en la obligación de dejar de pagar por el mantenimiento de la ya deteriorada infraestructura nacional no es más que la conclusión lógica de este proceso tutelado por los norteamericanos y los brasileños.     

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