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¿Pueblo de cretinos?

Enrique Vargas Peña 

05 de febrero de 2001

   

La primera movilización convocada por unas cincuenta organizaciones unidas en la “Alianza de la Sociedad Civil”, realizada el 31 de enero para protestar por los tarifazos y la política económica del sistema de marzo fue un fracaso, llegando a reunir apenas a unas trescientas personas.

         Esto ha llevado a algunos voceros de la oposición a señalar que el paraguayo es un pueblo de cretinos, fórmula acuñada por Cecilio Baez, quien pasaba por ser liberal mientras esgrimía sin vergüenza la idea que sustentó la acción de nuestro primer tirano, Gaspar Francia (“país de pura gente idiota”); que aplica con fruición el argaño-encuentro-wasmosismo (“el paraguayo no sabe elegir”).

         La verdad, por supuesto, es muy distinta.

         Al no asistir todavía a las manifestaciones, el pueblo paraguayo está expresando, simplemente, su profunda desconfianza hacia cualquier forma de liderazgo que no le pruebe fidelidad. Tiene derecho a esperar, pues ha sido estafado demasiadas veces por los supuestos demócratas que ahora ocupan el poder.

         Pero además, la movilización popular, la ocupación de las calles y las rutas por el pueblo, no es el mero resultado de la convocatoria de un liderazgo probado, ni de una situación social potencialmente explosiva.

         La movilización popular es el resultado, sobre todo, de una buena organización. La organización demuestra, a su vez, la eficacia del liderazgo con lo que este se proyecta, convocante, en la sociedad.

         Cuando la ciudadanía percibe falencias organizativas o mensajes contradictorios, ve falta de liderazgo y, entonces, opta razonablemente por no ir a exponerse para el lucimiento de algunos improvisados.

         La movilización popular es cosa seria.

         Parece cierto que la desconfianza popular puede llevar a una situación de decadencia crónica similar a la que ha conducido a Haití a la triste situación en que se encuentra.

         Pero eso no convierte a los haitianos en cretinos o idiotas, ni lo hace con los paraguayos.

         Los pueblos no son sino la suma de individuos que se mueven en base a su propio interés particular. Mientras esos individuos no sientan que obtendrán beneficios de la movilización, difícilmente se moverán. Ni lo harán de buenas a primeras si la movilización implica el riesgo de caer a una situación peor que la decadencia crónica. Y con razón.

         La gente solamente saldrá a la calle a sacrificarse cuando la movilización sea convocada por líderes eficaces y con el único fin de terminar con el sistema inaugurado el 28 de marzo de 1999, es decir para recuperar lo que le han estado robando y para reconquistar el derecho a elegir gobierno. 

 

  

    

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