La población está siendo amenazada por el gobierno del
presidente Luis Ángel González Macchi con una oleada de subas de
impuestos en el marco del Plan Sombra del Fondo Monetario
Internacional.
Se extenderá el pago del Impuesto al
Valor Agregado (IVA); se aumentarán de nuevo los precios de los
combustibles, se duplicarán las cargas que gravan a tabacos y
bebidas alcohólicas, entre otras medidas del mismo estilo.
Ya es discutible, desde el punto de vista del desarrollo económico
y social, cualquier política que aumente la contribución que se
pide a los ciudadanos. La investigación teórica, y la práctica,
han demostrado más allá de toda duda que elevar los impuestos es
un camino seguro al estancamiento.
Pero en Paraguay hay que agregar otro elemento: los impuestos
están siendo elevados por González Macchi para cubrir los costos
de la corrupción, del prebendarismo y de la ineptitud de su
gobierno. No hay gastos legítimos a cubrir. El presidente pretende
hacer pagar a todos los paraguayos su mal manejo de la cosa pública
y eso es inaceptable desde el punto de vista económico y,
principalmente, desde el punto de vista moral.
Es necesario señalar que el desorden de la administración
paraguaya es plenamente conocido por el Fondo Monetario
Internacional, por lo que su aval para este objetivo del gobierno de
González Macchi es sencillamente sorprendente y admite como única
explicación un sórdido interés político que nada tiene que ver
con las necesidades reales del Paraguay.
Como cuestión de principio, el pueblo paraguayo no tiene por
qué pagar los costos de la mala administración de González
Macchi, sobre todo si se considera que el presidente de la República
no fue elegido popularmente ni lo fue de una manera
constitucionalmente incuestionable.
No es posible que las autoridades, y los organismos
multilaterales de crédito, crean que pueden cargar indefinidamente
a los ciudadanos paraguayos sus arbitrios económicos como si los
bolsillos de la gente estuvieran permanentemente llenos de dinero.
Lo cierto es que los paraguayos están cada vez más pobres,
abrumados por los desaciertos que les impone el gobierno.
Lo que corresponde aquí es tomar el camino contrario al que
proponen el presidente de la República y el Fondo Monetario
Internacional, eliminando las prebendas públicas y combatiendo la
corrupción. Hay que bajar la presión impositiva para reactivar la
economía.
Los representantes del pueblo en el Congreso Nacional cometerían
una grave falta política y moral si prestan su apoyo a estas
medidas que propone González Macchi con el único propósito de
financiar los dispendios de su régimen, que no han aportado
beneficio alguno a los habitantes del Paraguay.
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