El
capital es moralmente neutro, como la naturaleza. Las cosas no son
buenas o malas por sí mismas. Pero tiene sus reglas, como las tiene
el poder, cuyas pautas enunció Lord Acton.
Las reglas naturales del capital fueron enunciadas por Adam
Smith y son sencillas: el capital tiende naturalmente a
concentrarse, tiende naturalmente a excluir, tiende naturalmente a
maximizar sus ventajas.
Smith demostró que estas tendencias naturales del capital
pueden ser muy positivas si la sociedad las comprende plenamente y
las canaliza adecuadamente y que pueden ser mortalmente perversas si
se deja dominar por ellas.
Y para aprovecharlas al máximo, esbozó la que ahora se
conoce como economía de mercado.
La economía de mercado es una estrictamente controlada por
el Estado, no en el sentido de fijar precios y salarios, ni en el de
establecer modelos coercitivos de producción, ni, mucho menos,
participar en ella o interferir en el intercambio, sino en el de
impedir que la tendencia natural del capital a concentrarse, a
excluir y a maximizar sus ventajas se convierta en la imposición
monopólica de bienes y servicios caros a una sociedad a la que
artificialmente se impide acceder a alternativas de su preferencia.
El actual gobierno paraguayo no puede, ni desea, establecer
el tipo de controles que hace posible la existencia y el desarrollo
de una economía de mercado porque es el resultado, justamente, de
la decisión del capital para-estatal nacional de mantener las
condiciones en que se ha formado, exacerbando, en consecuencia, las
tendencias naturales del capital.
El actual gobierno paraguayo está en el poder para proteger
los caminos de concentración, exclusión y maximización de
beneficios del capital para-estatal nacional (contratistas del
Estado, concesionarios de servicios públicos, de servicios
financieros de la administración pública, administradores de entes
autárquicos del Estado).
La inversión extranjera, pues, interesa al gobierno
paraguayo no tanto como instrumento de desarrollo, sino como palanca
para maximizar sus beneficios particulares y por eso el modelo de
reforma del Estado que está desarrollando se basa en la concesión
de privilegios, de licencias compartidas o de contratos leoninos
como el concedido a la Paraná River Mill por el jefe del capital
para-estatal paraguayo, Juan Carlos Wasmosy, mientras fue presidente
de la República.
Y el capital extranjero que obtendrá beneficios con este
tipo de acuerdos, vendrá en estas condiciones y verá en la
restauración democrática un peligro a prevenir. Lo hará no porque
sea malo, sino porque esa es su ley.
Sin embargo, los paraguayos no obtendrán de esto ningún
beneficio.
|